La modernidad llegará a Cádiz ya con la siguiente estación. La cuestión de una estación fue suscitada y el proyecto fue informado con prescripciones por el Ministerio de la Guerra, nombrando éste una comisión mixta compuesta por el comandante de ingenieros de Cádiz, Coronel Gabriel Lovarines, por el ingeniero jefe de la provincia de Huelva, Javier Sanz, con el objeto de conjugar las disposiciones de servicio público con las de defensa de la plaza (Revista de Obras Públicas, año 1877, nº3) llegando a un principio de acuerdo siempre que el proyecto se ajustara a las siguientes bases:
a) La comisión aceptaba el plan general de la estación definitiva de Cádiz en lo referente a edificios, colocación, dimensiones y disposición de vías y placas, sin introducir variación alguna.
b) El edificio de viajeros no deberá tener más de 7,50 m de altura, pudiendo alcanzar los 12,50 m. en la cubierta metálica sobre andenes.
El plazo de finalización de la estación en Cádiz, del tramo de Puerto Real a Cádiz, se fijó para el 20 de junio de 1903.
El edificio lo proyectó Agustín Jubera en 1901 y fue aprobado en 1902 para la línea Sevilla - Jerez - Cádiz, como estación término, por lo que construirá dos pabellones: uno de entrada y otro de salida de viajeros, unidos al exterior por una cubierta metálica acristalada y enmarcada en un frontón triangular que componen una fachada muy de acuerdo a los planteamientos compositivos de la Grecia clásica. Este mismo arquitecto diseñó también la estación de Sevilla - San Bernardo, con la diferencia de que esta última es estación “de paso”.En el proyecto se amplía la longitud de la estación hasta 104 metros y establece una separación entre las cerchas de la cubierta central de ocho metros, lo cual da un efecto de mayor ligereza y permite un mayor paso de luz. Las cerchas permiten un ancho de 31 metros y son de tipo inglés con cordón ligeramente curvo, lo que produce sensación de amplitud y ligereza.
Jubera combina la ornamentación de las distintas dependencias con la estructura metálica, de 800 toneladas de peso, y las marquesinas laterales.
Los pabellones se decoran con un friso de triglífos y metopas de estilo helénico, que se ven enriquecidos con el contraste del ladrillo rojo imperante en toda la obra. El resultado es de una gran belleza y plasticidad.
Un friso es una larga banda decorativa pintada, esculpida o incluso caligrafiada en ese lugar, por encima del nivel de los ojos. Los frisos decorativos pueden representar escenas en una secuencia de paneles separados.
El triglifo es un ornamento arquitectónico característico del dórico en relieve con forma rectangular, más alto que ancho, con tres bandas verticales separadas por dos glifos (acanaladuras) completos y dos semiglifos, uno en cada extremo. A veces solo existen las acanaladuras centrales.
Una metopa es una pieza rectangular de piedra, mármol o terracota que ocupa parte del friso de un entablamento dórico de un edificio clásico, situada entre dos triglifos.El espacio interior se conforma como una basílica cristiana iluminada por una gran cristalera superior y por ventanas laterales en forma de triforio entre cada paño. Cada ventanal cobija dos pequeños arcos ciegos, donde se colocan escudos heráldicos.. Las naves laterales se articulan con columnas de hierro de capiteles compuestos, que también se emplean en los pórticos o marquesinas laterales.
En arquitectura un arco ciego es aquel que está superpuesto a un muro sin dejar hueco que traspase dicho muro. A veces tienen uso simplemente ornamental pero veces se usan para desviar parte de los esfuerzos o tensiones del muro.
La antigua estación de Ferrocarril es una joya escondida en el paisaje urbano de uno de los espacios más significativos y emblemáticos de nuestra ciudad. Perteneció a la Compañía de Ferrocarriles Andaluces y estuvo funcionando desde 1861.
Según referencias de la época se encuentra en el punto kilométrico 158,1 de la línea de ancho ibérico Alcázar de San Juan - Cádiz. El kilometraje toma como punto de partida la ciudad de Sevilla. Se ubica junto al puerto de la ciudad y ante él se construyó en 1959 el edificio de aduanas, desafortunada construcción que oculta la fachada principal de la estación.
La nueva estación fue inaugurada, sin ningún acto oficial lejos de la pompa de lo ocurrido en 1861, el 10 de julio de 1905 con la llegada del tren exprés de Madrid a las 13:45.
La estación tiene 110 metros de longitud y 17 de altura. La cubre una armadura metálica de 31 metros de luz, que pesaba 800 toneladas con cerchas de tipo inglés ligeramente curvas. Materiales utilizados: hierro, ladrillo, cristal y madera. La fachada principal tiene su testero acristalado.
Tenía dos pabellones de base cuadrada a cada lado de la galería principal, para los viajeros, uno de llegada y otro de salida; sus paredes de ladrillo rojo contrastan con la piedra blanca del zócalo y la moldura que enmarca los vanos y puertas; las pilastras y cornisas y la moldura de los vanos de la 2ª planta son de hierro.
Los pabellones ampliaban la anchura de la estación en el testero, cubriéndose con tejados inclinados de tejas, sus plantas bajas y 1ª tienen la misma superficie, reducida a la mitad en la 2ª planta, de menor altura, con un espacio en forma de cruz griega, inserta en el cuadrado.
La gran nave de andenes tiene una altura similar a los pabellones de viajeros, iluminada por una cristalera desde la cubierta y por ventanales entre las columnas, que alguien compara con una basílica paleocristiana, por el ritmo de los tramos y la luminosidad de la zona superior.
A lado de la gran nave dos naves laterales, de inferior altura y de los mismos materiales y decoración de los pabellones, se conectan a la gran nave y a las marquesinas laterales por puertas. Usando cerchas apoyadas sobre delgadas columnas de hierro fundido.
Cuando se diseñó la actual estación César Portela en su proyecto para la Plaza de Sevilla, la concibió como una plaza urbana cubierta, no sólo como un nudo intermodal de transportes, sino como un lugar de encuentro de los gaditanos. Sus 5500 m2 con el acuerdo de ADIF y la empresa Driblo, configurarían un nuevo espacio gastronómico. En el edificio restaurado se mezclaría la función hostelera y comercial; la hostelería en las dos naves laterales y en la nave central la venta de productos frescos (a modo de mercado tradicional) y puntos de venta y degustación de productos gourmet. El proyecto está parado. A ello ha contribuido la no construcción del parking planificado bajo la Carretera Industrial, el conflicto con el derribo del edificio de la Aduana, el parón del hotel Barceló (contratado en 2017) y que debería estar abierto desde 2020. Todo un caos que hace que la nueva “Puerta del Mar” de Cádiz presente un estado de abandono: la estación deteriorándose y aparcamientos en superficie que invaden lo que debería ser un parque al pie de los restos de la muralla histórica, también totalmente abandonada.
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